Feb 01, 2024 Reflejos Jujuy Internacionales 0
La crisis de drogadicción en esta ciudad californiana se ha visto influenciada por cambios en las políticas locales que redujeron las penalizaciones por posesión de drogas de un delito grave a uno menor
San Francisco, California enfrenta una crisis de drogas sin precedentes, con un récord de más de 800 muertes por sobredosis durante 2023, lo que sitúa a la ciudad como una de las más afectadas en Estados Unidos. La presencia de fentanilo, junto con el impacto de la pandemia, han exacerbado una situación ya de por sí crítica, superando inclusive el promedio nacional de muertes por sobredosis y colocando a San Francisco en el cuarto lugar entre los condados estadounidenses con más de 500.000 habitantes en cuanto a esta problemática.
La crisis que vive San Francisco, de acuerdo con algunos expertos, es en parte resultado de ciertos cambios en las políticas locales. Tras la aprobación de la Proposición 47 por los votantes de California en 2014, la posesión de drogas pasó de ser un delito grave a un delito menor. Esta medida ha sido interpretada e implementada de manera diferente en varias partes del estado, pero en San Francisco la respuesta de las autoridades ha sido reducir las acciones contra el narcotráfico, lo que ha llevado a una especie de tolerancia hacia el consumo público de drogas.
Una comparativa que surge en este contexto es la experiencia de Portugal, país que decidió despenalizar el uso de todas las drogas hace más de dos décadas, logrando con ello una disminución en los problemas relacionados con los alucinógenos. Sin embargo, San Francisco y otras ciudades con políticas liberales enfrentan dificultades para replicar el éxito del modelo portugués. El ex fiscal distrital de San Francisco, George Gascón, quien visitó Portugal en 2019 para aprender sobre su enfoque, contó “cómo la adaptación de estas políticas a la realidad estadounidense ha presentado retos significativos”.
Los desafíos para replicar el éxito de las medidas adoptadas en Portugal se pueden desglosar en cinco aspectos, cada uno relacionado con diferentes facetas de la política sobre drogas. Un factor a considerar es que el fentanilo no ha dominado los mercados de drogas en Portugal ni tiene una presencia significativa en Europa en general, lo que marca una diferencia importante con la situación en San Francisco. Además, la comparativa entre ambos lugares “no es perfecta”, pero ofrece una perspectiva valiosa sobre las dificultades que enfrenta San Francisco y otras ciudades para abordar efectivamente su crisis de drogas.
Pero en San Francisco, a pesar de que la Proposición 47 de California no despenalizó técnicamente las drogas, dejando la posesión como un delito menor, la práctica policial de no intervenir en casos de consumo público ha sido una constante, raras veces procediendo a la presentación de cargos por posesión o uso de drogas. Sin embargo, a mediados de 2022, con la llegada de un nuevo fiscal distrital, la ciudad comenzó a arrestar a más vendedores de drogas y, en algunos casos, a usuarios.
En este contexto, la alcaldesa de San Francisco, London Breed, ha intentado encontrar un equilibrio entre el enfoque en la salud pública y la aplicación de la ley. “Aunque queremos que la gente reciba la ayuda que necesita, no podemos seguir permitiendo que continúe el tráfico y el consumo de drogas en la vía pública” expresó su oficina en un comunicado en respuesta al Times.
Mientras que Portugal se basa en un modelo de tratamiento mayoritariamente gratuito y voluntario, ofrecido en gran medida por el gobierno y apoyado por medicaciones efectivas como la metadona, San Francisco enfrenta desafíos en una estructura fragmentada de atención, financiada tanto por instancias federales como locales, donde la cohesión entre las disposiciones de tratamiento resulta esquiva.
En Portugal, la aproximación al tratamiento de adicciones ha integrado mecanismos persuasivos mediante “comisiones de disuasión”, que buscan motivar a los usuarios de drogas a buscar ayuda voluntariamente. Sin embargo, estas comisiones también poseen la facultad de imponer penalidades, tales como servicio comunitario y la revocación de licencias profesionales, como medidas más enérgicas para incentivar el ingreso al tratamiento.
Por otro lado, San Francisco lucha por unificar su sistema de tratamiento. Con una mezcla de proveedores que varían desde aquellos que ofertan medicamentos para la adicción a opioides hasta otros que rechazan la medicación por considerarla un reemplazo de una droga por otra, el panorama es de una “fragmentación”. Además, la accesibilidad financiera se convierte en un obstáculo para muchos, con algunas opciones de tratamiento efectivamente gratuitas y otras que pueden costar a los pacientes miles de dólares.
A pesar de ofrecer el tratamiento como alternativa a la cárcel o prisión para crímenes graves, esta opción no está disponible para el consumo de drogas por sí solo. Adicionalmente, un programa iniciado por la ciudad para ofrecer tratamiento posterior a cargos por uso o venta de drogas ha tenido una aceptación limitada: desde el 30 de mayo de 2023 hasta el 4 de enero de 2024, sólo 25 personas aceptaron tratamiento después de un arresto, en una ciudad donde el uso regular de drogas alcanza cifras de decenas de miles, reportó el New York Times.
Frente a este aspecto Portugal ha sido pionero en la materialización de medidas de reducción de daños, como el intercambio de jeringuillas, sin embargo, ha puesto un énfasis considerable en la derivación de personas a tratamientos de desintoxicación a través de las comisiones de disuasión. Mientras tanto, en San Francisco, la reducción de daños se ha abrazado de manera más amplia, introduciendo prácticas innovadoras como la distribución de pitillos y papel aluminio entre los usuarios de fentanilo para disminuir el riesgo de infecciones.
“Lo que queremos es brindar a los ciudadanos una manera de cambiar su vida, si así lo desean”, afirmó el Dr. Goulão, destacando que, en Portugal, los servicios de reducción de daños a menudo funcionan como una puerta de entrada al tratamiento de adicciones. La colaboración estrecha entre el personal de estos servicios y el sistema de tratamiento garantiza la vinculación de los clientes con ayuda adicional cuando están listos para dar ese paso. Sin embargo, activistas locales han criticado al gobierno portugués por no adoptar aún más las aproximaciones de reducción de daños.
El debate sobre la eficacia de la reducción de daños tiene matices importantes. Columbia Británica, en Canadá, se ha posicionado como líder mundial en esta estrategia, permitiendo el consumo de drogas en sitios supervisados y, en algunos casos, prescribiendo y distribuyendo opioides, incluida la heroína, como una alternativa más segura que las sustancias disponibles en la calle. A pesar de estos esfuerzos, el 2023 marcó un récord en muertes por sobredosis en la región, poniendo en tela de juicio si estas políticas son suficientes para revertir la crisis.
En lo relacionado con la aproximación cultural y legal hacia el consumo de estupefacientes, Portugal, una nación de profunda raíz católica y conservadora, ha optado por un enfoque de compasión hacia los adictos, despenalizando el consumo de drogas para facilitar el acceso al tratamiento, bajo la filosofía de “amar al pecador, pero odiar el pecado”. Esta postura se contrasta con la actitud más liberal de San Francisco, donde activistas locales defienden el consumo de drogas como un derecho individual, promoviendo la desestigmatización de este para incentivar a las personas a buscar ayuda sin temor.
El experto en políticas de drogas de Stanford, Keith Humphreys, destacó el enfoque pro-droga de San Francisco, considerándolo extremo en la cultura de aceptación hacia el consumo de sustancias. Un ejemplo claro de esto, fue la instalación de una valla publicitaria en el centro de la ciudad a principios de 2020, que mostraba a jóvenes disfrutando juntos de un estado de euforia con el mensaje: “Conoce la sobredosis. Hazlo con amigos. Usa con personas y túrnense. Trata de no usar solo, o que alguien te revise”. Aunque este anuncio ya no está presente, para muchos críticos simboliza la tolerancia, o al menos la aceptación, hacia el consumo de drogas en la comunidad.
En Portugal, el abordaje de una crisis de drogas a finales de los noventa marcó un punto de inflexión en su política nacional, transformando al que fuera conocido como la “capital de la heroína de Europa” en un ejemplo de política de drogas progresiva. Frente a esto, Portugal optó por despenalizar el consumo de drogas y financiar nuevos programas de tratamiento para adictos, servicios de reducción de daños y comisiones de disuasión, siguiendo un plan unificado de arriba hacia abajo.
En años recientes, algunos problemas relacionados con las drogas se han incrementado, sin embargo, las muertes relacionadas con estas siguen siendo una fracción de lo que fueron en la década de los noventa, manteniéndose por debajo de la media europea al tener en cuenta la población, según reportó The Washington Post.
San Francisco, por su parte, se encuentra dividida entre dos facciones principales: por un lado, el Departamento de Salud Pública de San Francisco y organizaciones sin fines de lucro financiadas localmente, que promueven esfuerzos de reducción de daños; por otro, agencias de aplicación de la ley que abogan por aumentar el rol de la policía y el castigo para detener el consumo y tráfico de drogas.
La discordancia entre las dos perspectivas ha llevado a un estancamiento, impidiendo la formación de un plan de política de drogas comprensivo para la ciudad. “Para tener una estrategia, necesitas un objetivo, el cual aquí no existe”, afirmó Nils Behnke, ex director ejecutivo de la Fundación St. Anthony, que brinda vivienda y tratamiento a los consumidores de drogas en la ciudad.
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